PILIO - POEMAS
KISSOS
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En el café de arriba, viendo pasar el tiempo.
(Café y pastel de naranja, un borracho de almíbar oriental.)
Suena una música paradixiaca
(tamboril y klarino, voz agreste de mujer)
y las hojas de los plátanos marcan compás.
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ANALIPSI
i
Una hora de camino Horeftó - Analipsi.
Sendero arriba, entre árboles.
Limoneros, olivos, higueras,
uno o dos naranjos,
sol y sombra.
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Las nubes se han quedado, estáticas
al borde de la montaña.
Corre algo de viento;
el justo (nos dice luego Georgi)
para que no llueva.
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Al llegar, el agua es practicamente inaccesible.
Grandes piedras redondas, de colores, son la playa,
aunque al final hay una pequeña zona de guijarros,
justo antes de las enormes rocas milenarias
cual monumentales patas de elefante.
​
ii
A Analipsi de mañana, con calor.
Arriba y abajo.
El camino entre olivos y,
de repente,
un laurel, y otro más. Fragantes.
(Dafne estatuaria y vegetal
anclada al suelo para siempre.)
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Seguimos andando, bajando ya hasta la playa.
La ermita blanca y cerrada.
La casa de la gran parra.
La familia desayunando.
El traqueteo de un motor.
La taberna.
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PLIMARI
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La taberna, igual que el año pasado
(pero sin flores de calabacín),
el mar en calma
(otro cambio),
y los dos arbolitos que se besan,
tan ondulantes y vibrantes
como cuando los vi por primera vez.
Comida: sardinas y caballa.
(¡Y flores de calabacín!)
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Cae ahora el sol plúmbeo de la tarde.
(Son ya las tres.)
La mesa vacía (tazas de café, vasos de agua).
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En las otras mesas, muchas familias:
comidas domingueras de verano.
Txipuro y cervezas.
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Suena música típica,
(aunque antes eran ruidos de ordenador,
música dance, jazz)
y el humo de cigarrillos lo invade todo.
Comer y fumar.
Ni un extranjero.
(Estamos en septiembre.)
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ZAGORÁ
i
En la plaza de los plátanos
(monumentales, cinco)
tan sombreado todo,
no hace ningún calor.
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A la sombra de los árboles
(esos gigantes protectores)
las voces que llegan de otras mesas
son incomprensibles,
un galimatías musical
salpicado del entrechocar
de las cuentas de los kolombois.
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Las golondrinas cruzan el cielo azul añil
bien en lo alto, inalcanzables,
raudas y veloces,
y algunas nubes cruzan majestuosas,
rivalizando con blanca compostura su volar.
​
ii
Corre el aire por la plaza
y se oyen las hojas - ningún cambio.
Suena una guitarra (medio folk, medio pop)
tan clara que parece de verdad.
Me acerco a investigar.
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Medio folk, medio pop: un disco griego.
Sorpresa: justo al lado del altavoz,
el busto de un hombre tocando otra guitarra.
De traje y corbata, sonríe el bronce bronceado.
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Vuelvo a la mesa, al negro café;
la galleta como un panecillo tostado miniatura,
arenoso y dulce.
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